Gratinado de mejillones con romanesco
En estos días de temperaturas inciertas, donde tan pronto hace frío como calor, nada apetece más que un buen plato para entrar en calor si no lo hace pero que también es posible comerlo templado si es uno de esos días más cálidos.
Además hay que aprovechar que aún podemos encontrar verduras de invierno en los mercados como coles, coliflores, brécoles y romanescos.
En esta ocasión he elegido un precioso romanesco para la ocasión. Y que mejor para acompañarlo que unos deliciosos mejillones, un buen aporte de hierro para el cuerpo.
Ingredientes:
500 g de mejillones
1 romanesco mediano
1 cebolla pequeña
1/2 talla de apio
1 cucharadita de tomillo
75 ml de vino blanco
125 ml de nata líquida
1 cucharada de mantequilla
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
40 g de gruyere rallado
Sal
Pimienta negra de molinillo recién molida
A cocinar:
Picar la cebolla y el apio muy fino y pochar en una cazuela con la mantequilla y el aceite. Añadir los mejillones bien limpios, el vino y el tomillo. Dar dos vueltas de molinillo de pimienta, tapar y poner a fuego vivo durante unos 5 minutos removiendo a mitad de tiempo. Ir sacando los mejillones según se vayan abriendo, quitarles las conchas y reservar en caliente. Filtrar el líquido de cocción y reservar.
Limpiar el romanesco y cortarlo en ramilletes. Cocer en abundante agua hirviendo salada durante unos 10 minutos. Mientras poner a reducir el líquido colado de los mejillones hasta que quede 1/3. Añadir la nata líquida, salpimentar y dejar cocer a fuego vivo durante 5 minutos. Agregar 2 cucharadas del queso rallado y remover hasta integrar.
Precalentar el grill del horno.
Escurrir y colocar en una fuente de horno untada con un poco de mantequilla y cubrir con los mejillones. Verter la salsa por encima y espolvorear con el resto del queso rallado.
Dejar gratinar durante aproximadamente 10 minutos hasta que el queso esté fundido y dorado.
Y, como ya he dicho, se puede comer tanto templado como bien caliente.